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Foto del escritorAdriana Somófora

Si no quieres no me quieras, pero si te interesa:


Quiéreme sin mentiras y con limonadas cuando me enferme.


Despiértame los sábados tarde y a besos.


Te aviso que llevo un tatuaje en la espalda, puede que sea porque es el nombre de la canción favorita de mi abuela, o porque te estoy diciendo cómo quererme. 


Indispensable que me tomes la mano al ir por la calle e imperdonable que no me des la libertad de comprar antigüedades para recordar mis vidas pasadas.


Quiéreme mucho, pero no me quieras demasiado porque haré lo mismo contigo  hasta dejar de quererme. 


Y si puedes, quiéreme como me quiso Dolores.




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Foto del escritorAdriana Somófora

Es tres de noviembre y no te puse altar ayer, porque nuca lo quité, todo el año estuvo el papel picado, tus cigarros y el borrachito cantarín junto a la ventana esperando a que entrarás por ahí. 



Ha sido un año desafiante, lo empezamos con la recuperación de la casi muerte de tu hija, mi madre, y en el mes del amor alguien me rompió algo más que el corazón, marzo, abril y mayo yo misma me dedidqué a quebrarme el espíritu intentando de recuperar lo que nunca se tuvo. 


Esos fueron los únicos días que no quería que vinieras, no quería preocuparte y me daba vergüenza que vieras la mujer que estaba dejando de ser. 


Sirvió de mucho el altar, por que el día ya no podía más llegaste en mariposa verde y te quedaste un rato para platicar. 


Te tuve que confesar que me había abanandonado, que mis plantas, esas que me enseñaron a amar se estaban secando y mi conciencia también.


Como siempre, me salvaste la vida, me diste la compañía y fuerza que necesitaba en esa mágica visita para volver a ser la mujer que más disfruto ser. 


Gracias por venir por venir cuando te supliqué con llanto, te dejo este altar para cuando quieras llegar, te lo dejo una vez más todo el año, para que vengas todos los días, toda la vida.




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Foto del escritorAdriana Somófora

Me encontré en esta foto, no soy la misma, ahora tengo cuatro canas, más kilos y menos cabello.


Conservo la falda, pero los zapatos se gastaron de tanto caminar.

Por eso los dejé y a él también.


Ya no soy la misma, me veía más guapa, pero ahora me gusto más.


En esos días si me quería, pero ahora intento hacerlo mejor.

Me amo más, dejé los zapatos y lo de amar tanto hasta dejar de amarme.


La falda ya está vieja como mi cartera pero no la quiero soltar porque es de color verde, el favorito de mi abuela, a la que tampoco he querido soltar a diez años de su muerte.


Quiero más de cuatro canas, quiero algunas de las arrugas que vendrán y quiero cambiar de zapatillas una y otra vez porque quiero andar y andar e ir soltando lo que vaya pesando en el camino.


Caminar y caminar hasta el día que me encuentre en el cielo con Dolores.

Caminar mucho como ella, para poder decirle de mujer a mujer que fuimos valientes y que fuimos amor.




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